La historia del Tranvía 28 de Lisboa: por qué todos quieren subirse a este icono
Antes incluso de aterrizar en Lisboa, hay tres cosas que probablemente ya hayas escuchado: los pasteles de nata, el fado... y el Tranvía 28. Pero, ¿qué tiene de especial este pequeño tranvía amarillo?
Vamos a conocer su historia y entender por qué sigue enamorando a todos.
Un patrimonio que se mueve sobre raíles
El Tranvía 28 comenzó a circular a principios del siglo XX, cuando Lisboa pasó de los carruajes tirados por caballos a los tranvías eléctricos, un gran cambio para una ciudad hecha de colinas y calles estrechas.
El modelo que todavía circula hoy, el “Remodelado”, data de los años 30. Tiene interiores de madera, bancos estrechos y una campana que suena como de otra época. Y sí, subirse al 28 es como viajar en el tiempo.
¿Qué hace especial al Tranvía 28?
Su recorrido atraviesa los barrios más emblemáticos de Lisboa: Graça, Alfama, Baixa, Chiado, Estrela... En un solo trayecto, muestra el contraste entre la Lisboa histórica y la del día a día.
Fachadas con azulejos, callejones, miradores, balcones con ropa tendida, cafeterías de barrio — cada curva revela una postal distinta.
¿Sabías que...?
El recorrido completo es de unos 7 km y dura entre 40 y 50 minutos.
Los lisboetas solían llamarlo "la lata de sardinas" en hora punta.
Sube calles con pendientes de más del 13 %, que muchos vehículos modernos no pueden afrontar.
Cuándo y cómo subir sin estrés
Aquí viene lo complicado: el Tranvía 28 es tan popular que suele estar lleno, sobre todo entre las 10:00 y las 17:00.
Consejos para disfrutar del viaje:
Sube temprano (antes de las 9:00) o al final del día.
Empieza el recorrido en Campo de Ourique o Martim Moniz, los extremos de la línea, para tener más posibilidades de sentarte.
Vigila tus pertenencias. Es un imán para carteristas.
¿Vale la pena?
Sí, si lo tomas en el momento adecuado. Pero si lo ves a rebosar, no te fuerces. Lisboa tiene muchas formas de mostrar su alma, y a veces la mejor es reducir el ritmo y seguir un camino más tranquilo.
¿Tienes curiosidad? Prueba al amanecer, busca un sitio junto a la ventana y escucha cómo la ciudad despierta.
